Centros comerciales y recreativos se han convertido recientemente en los escenarios de las últimas tragedias en Suramérica. Explosiones, accidentes de tránsito y negligencia operativa son las causas más nuevas.
La aún fresca tragedia paraguaya que impactó al continente entero puso en evidencia la inseguridad de la población civil en algunos sitios con gran afluencia de público. Conservamos la idea ingenua de que los muertos en masa sólo son producidos por conflictos militares, pero ahora es más evidente que nunca que esto no es así.
Aquel incendio en Asunción Paraguay dejó un saldo de 475 muertos, una cifra monstruosa. Recientemente una niña padeció muerte cerebral por caer de una Rueda De La Fortuna en un centro de atracciones mecánicas capitalino, y justo ayer, también en Bogotá, 6 personas murieron, entre ellos 4 menores de edad, luego que se vinieran abajo en un automóvil desde el sexto piso al romper la baranda de seguridad en el parqueadero del supermercado CAFAM, La Floresta. Y no podemos olvidar el accidente del bus escolar también en Bogotá que dejó 23 niños muertos este año, una tragedia relacionada a este fenómeno.
Estos fenómenos ponen de nuevo sobre el tapete el tema de la seguridad ciudadana. Es vergonzoso que siempre tengan que pasar cosas horribles para empezar a preocuparse por mejorar las medidas y controles. Es un milagro que no pasen o hallan pasado cosas peores, porque es tal el descuido y la dejadez en algunas zonas, básicamente en el tercer mundo, en Colombia, en Cali. La descarada invasión del espacio público, ollas con aceite hirviente en aceras sin ninguna indicación, casi del mismo color del asfalto, conductores que no respetan las cebras, señales de tránsito y semáforos en rojo, construcciones defectuosas, obsoletas y con serias dificultades de evacuación, tal como el Centro Comercial paraguayo, incluso como base de entidades del Gobierno.
La solución a este problema es muy difícil porque es muy costosa, tal vez más que la misma enfermedad, y mientras sea así, el problema no se va a solucionar como debe ser. Además es un problema muy amplio y profundo que afecta muchos intereses, por eso la única propuesta que se me ocurre para minimizar esto, es educar a los responsables explotando su miedo para despertar su sentido de la responsabilidad, escribiendo Guiones para producciones cinematográficas donde se presente todo lo que ha pasado y lo que puede de una forma que los sacuda para que por fin tomen en serio su papel de gestores y encargados de algo mucho más importante que vender la mayor cantidad de mercadería posible: Protegernos.