A muchos importa cada vez menos las estrellas, la Luna, el Mar, la vida animal. Tenemos las computadoras, los aviones, las fibras sintéticas, los aparatos de producción, la frivolidad de las novelas de la Franja Triple A, la moda, la silicona…
Las grandes urbes ahogan los árboles, la masificación ahoga nuestras almas. A muchos importa cada vez menos. El retorno a las raíces es algo que debemos hacer, el tiempo apremia. El afán de poder, el afán de vivir sin mirar el futuro está arruinando nuestra vida.
A todos nos encantan los árboles, los animales, las cosas vivas, pero estamos tan saturados que no nos damos cuenta de cuánto prescindimos de esto. Tenemos a la Ciencia para que encuentre solución a todos nuestros problemas, tenemos Actores, Músicos y Escritores para que nos digan qué es divertido, cuáles son los mensajes especiales, qué debemos comprar y vender, para que piensen por nosotros.
Si sometiéramos a un psicoanálisis a toda nuestra sociedad, descubriríamos tanta basura, causas vacías, doble moral, tanto materialismo patológico, indiferencia, torpeza e hipocresía, que sentiríamos vergüenza de ver como hemos dado tanta fuerza a esas cosas, y como hemos dejado que ocupe tanto espacio en nuestra vida. Porque, allí es donde empieza el problema, en nuestra deficiente noción de prioridades. Las computadoras son geniales, la moda es muy interesante, la frivolidad es necesaria, la necesitamos para sobrellevar amablemente la vida.
No creo que la solución a nuestro problema de falta de percepción sea destruir las fábricas, linchar a los Pop Stars e irnos a la selva, vestirnos con taparrabos y comernos a las culebras. No creo que haya una solución absoluta a este problema, que sólo para algunos es tal. Pero el retorno a lo esencial es algo que nos haría bien a todos. Volver a disfrutar la naturaleza, el viento, el cantar de los pájaros. Cuanto más lo hagamos mejor será para nosotros. Estoy seguro que todos extrañan los tiempos en que el árbol grandote del parque era más importante que el amarillismo del noticiero de la noche.
Por mucha tecnología y modernidad que halla, por mucha vanguardia, soberbia y autosuficiencia de los hombres, lo esencial será siempre lo esencial. Los poetas, artistas, filósofos y místicos verdaderos lo saben. Y algunos enamorados, y algunas personas que viven conectadas con la realidad. Los demás hemos olvidado esto, hemos olvidado que en las obras de Dios hay tanta energía perfecta, tanta belleza. La naturaleza no tiene contraindicaciones, al menos lo bueno que hay en ésta. Si volvemos a sentir esa belleza dentro de nosotros, al disfrutar de los paisajes de nuestra Tierra, todo será más fácil, nada estará perdido, y nuestra frivolidad estará justificada.